‘First date’ laboral

Cada vez que veo el conocido programa de “citas” en televisión no puedo evitar pensar en mis primeros encuentros con los candidatos. En lo diferentes que pueden resultar cada una de esas primeras citas respecto a los segundos, terceros y sucesivos encuentros con la misma persona. También pienso en los puntos en común que suelen tener casi todas las “primeras veces”.

 

Las primeras impresiones cuentan, y mucho. Son esos 2 primeros minutos los que pueden marcar un primer encuentro, minutos que pueden enamorarte o desilusionarte por completo.

 

Para una entrevista laboral todo el mundo te da consejos: investiga sobre la empresa (da a entender que te interesas por el puesto), ve bien vestido (pero sin pasarte), da un buen apretón de manos (eso demuestra seguridad en ti mismo),  pero ni con la palma hacia arriba (dominación) ni hacia abajo (sumisión), mira a los ojos durante la entrevista (da a entender que eres sincero)…

 

Pero cuando llegas allí, los nervios pueden apoderarse de ti. Empiezas a sudar (y se marca en la camiseta), el apretón de manos es flojo porque tienes las manos sudadas y no quieres que se note, no miras a los ojos porque estás pendiente de atinar con la mano en la posición correcta… En fin, que esa primera impresión ha sido un desastre, así que tratas de redimirte durante la conversación, pero los nervios siguen presentes y más acentuados por los primeros momentos, empiezas a mirar fijamente a los ojos casi sin pestañear, las manos siguen sudando… ¡Tranquilidad!

 

Tanto control al final siempre juega en contra en las entrevistas,  para el entrevistado y para el propio entrevistador. ¿Por qué no entendemos las entrevistas simplemente como una cita para conocernos?  Como un ‘First date’, pero laboral.

 

Si lo pensamos fríamente es eso: te citas con alguien que no conoces porque hay algo que te interesa. En la cita te muestras agradable, simpático, cuentas tu historia, tus inquietudes, tratas de que sea una conversación amena, respetas los turnos… todo, para resultar alguien atractivo. ¿Y el reclutador? ¡Igual! Te contará la historia de la empresa, sus puntos fuertes, te hablará del equipo, del ambiente laboral, y lo hará de la mejor manera que pueda para que su empresa te resulte interesante.

 

Después de ese primer momento, si la cosa ha fluido, hablaréis más, habrá seguimiento por ambas partes, habrá presentaciones de “familia” (responsables de área y directores) … y después… después ya viene la “proposición”. En este punto hay que tener claro si esa relación es vista por ambas partes como algo duradero, como un simple y fugaz amor de verano, o si simplemente queremos poner celosa a nuestra pareja actual (buscar contraofertas). A veces no basta con un montón de citas para saber si ambas partes quieren lo mismo, la gente cambia y las circunstancias también, así que lo que antes nos gustaba, ahora, por el motivo que sea, deja de hacerlo. Todos cambiamos y podemos tener sensaciones diferentes en un reencuentro que se produzca unas semanas (o meses, o incluso años) más tarde. Así que, como profesionales del reclutamiento, debemos ser conscientes: aunque todas las primeras citas “se parecen” entre ellas, hay que darle a tiempo a las relaciones para saber si podrán cuajar y ser duraderas.

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